Nunca terminaré de agradecer a mi empresa haberme dado la
estabilidad emocional y profesional que tanto necesitaba.
Mi empresa, de nombre SEPE, viendo que a mis cincuenta
años, aquí en Madrid, era imposible encontrarme una ubicación acorde con mi
talento, ni siquiera entre los puestos de más demanda en la actualidad (léase,
sector servicios, 12 horas diarias y 600 euros de sueldo mensual), me ofreció
la posibilidad de un viaje a Indonesia para asistir a un curso en donde aprender las
técnicas más innovadores en el cultivo y cuidado de las orquídeas. En esos
momentos, España tenía con Indonesia un proyecto de intercambio
empresarial en el que cada uno aprendía
las virtudes del otro, nosotros aprendíamos a cultivar orquídeas y ellos a
servir a turistas, 50 españoles por un lado y 50 indonesios por el otro. SEPE nos
ofrecía la posibilidad de aprender un oficio en claras vías de expansión y la
oportunidad de convertirnos en auténticos emprendedores llenos de éxito y de futuro,
el único inconveniente era que el viaje lo teníamos que pagar cada uno de
nuestro bolsillo, alojamiento y manutención corrían a cargo de nuestra empresa.
Yo, por supuesto, solicité el curso y al mismo tiempo un préstamo al banco de 1.800 euros,1.500 para el viaje y 300 para darme alguna pequeña alegría. Las dos solicitudes me fueron aceptadas, el préstamo en unas condiciones generosas, a pagar en seis meses y 21,50% TAE.
Yo, por supuesto, solicité el curso y al mismo tiempo un préstamo al banco de 1.800 euros,1.500 para el viaje y 300 para darme alguna pequeña alegría. Las dos solicitudes me fueron aceptadas, el préstamo en unas condiciones generosas, a pagar en seis meses y 21,50% TAE.
El viaje duraba 15 días, el día 3 de mayo estábamos
citados los 50 seleccionados españoles a las 13:00 en la Plaza de Castilla de
Madrid, teníamos que llegar con el pasaporte en regla, certificado médico y
vacunas exigidas puestas al día, todo por nuestra cuenta evidentemente.
Y a partir de aquí, el relato de mi viaje a tierras del Sudeste Asiático.
Y a partir de aquí, el relato de mi viaje a tierras del Sudeste Asiático.
Día 3 de mayo. A la
hora señalada un autobús con 50 empleados de SEPE, un coordinador del grupo y el conductor del mismo sale de la Plaza de Castilla, pero para nuestra sorpresa no toma la dirección del aeropuerto, como todos pensábamos, sino que se dirige a un
conocido restaurante de un prestigioso y famoso cocinero español con estrella
Michelin. Allí estamos toda la tarde y parte de la noche, fregando platos,
vasos, suelos y cualquier objeto o superficie susceptible de ser fregada. El
restaurante queda como una patena. El chef, por la mañana nos deleita con un
desayuno especial, “suspiro aromatizado con fragancia de tortilla de patatas” y
“gota desfragmentada de café Noir”, además, nos regala un dvd de un programa de
tv, que él presenta, para verlo cuando tengamos ocasión.
Día 4.
A las cinco de la mañana, el mismo autobús viene a recogernos al restaurante
mencionado anteriormente, para, esta vez sí, llevarnos directos al aeropuerto
Madrid-Barajas-Adolfo Suarez y Cia., donde cogemos un vuelo directo a Londres. 08:45,
aterrizamos en Heathrow. Nada más bajar del avión otro autobús, este del
servicio interno del aeropuerto, nos lleva a las dependencias de una
prestigiosa aerolínea española. Allí pasamos la mañana, la tarde y la noche,
llevando maletas de un sitio para otro, hasta que a las 07:00 del día 5, el
mismo autobús del servicio interno del aeropuerto, nos traslada a un avión de
una compañía de Oriente Medio estacionado por allí cerca. Subimos a él y nos acomodamos en
nuestros respectivos asientos, en los que gentilmente había depositada una bolsita de mano detalle de la prestigiosa aerolínea española. Una vez despegamos, la tripulación del vuelo tiene la amabilidad de servirnos
un café y un bollito con miel.
Continuará...
Continuará...