Intenté mil ángulos diferentes, perspectivas imposibles y siempre estaba
él ahí delante, como si con él no fuera la cosa. Él, siempre protagonista,
mostrando su soledad en un jardín de reyes, ante la imposibilidad de retratarse
así mismo, y fotografiar cualquier bicho viviente que pulule por su campo de
visión, opta por ser retratado por los demás, por figurar en un mundo en que
sin imagen no se es nadie y sin colgarla en las redes (red, que explícita
palabra) se es menos aún. Así que… ¿Queremos ser etiquetados, atrapados y
además admirados por ello? ¿Tener presencia en un mundo virtual, renegando de lo
real? Pues nada caballero, ahí tiene usted su foto publicada. Estamos en la época que
estamos y no seré yo quien empiece a luchar por una causa perdida y menos con
este hombre de aspecto rudo, frío como la roca y precursor de hipsters, que le
ha dado por posar delante de mí, obviando todo lo que sucede a su alrededor. Usted
se lo pierde.
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