jueves, 3 de noviembre de 2016

Caperucita nunca será devorada (LXXIX)

   Cuin se disponía a volver a apretar el botón rojo que significaba el inició de su ansiada operación, cuando las miradas de las otras siete se posaron en ella. Cuin tuvo su oportunidad y había fracasado, no fue culpa suya, pero… quién sabe si podría volver a ocurrir y esta vez, en vez de una erupción solar provocaba la caída de todos los satélites desperdigados por el espacio, encargados de emitir las señales de televisión. No es que no se fiaran de Cuin, pero preferían no tentar a la suerte.

   Decidieron que la siguiente en la lista para apretar el botón fuera Kerkel, pero esta declinó la invitación, debido a su estado de embarazo, y ñoñez y sensibilidad en aumento, no quería ser la ejecutora directa, de lo que su acto conllevaría.

  La siguiente era Shi, antes de que el resto se lo pidiera, ella ya había apretado el botón rojo.

   Al otro lado de las líneas telefónicas, el resto de sus colegas distribuidas por todos los países del mundo, certificaron la correcta emisión de anuncios e informativos, todas las pantallas del mundo los estaban emitiendo, incluidas las instaladas en edificios, plazas públicas y centros comerciales. El mayor confinamiento y extinción de una especie parecía que por fin, había comenzado.

   Los hombres, boquiabiertos, asombrados y llenos de admiración ante tal despliegue de creatividad y espectacularidad, se agolpaban frente a las pantallas de televisión, imaginándose ellos mismos protagonistas de tales anuncios e incluso de tales eventos. Ya no se veía a ningún hombre caminar sin rumbo por las calles, todos tenían su destino bien definido, acudir a la pantalla más cercana, para recrearse en lo que esta les mostraba.

   El pensamiento único de todos los hombres del mundo, una vez visto los anuncios, se centraba única y exclusivamente en ir a presenciar todos esos acontecimientos en vivo y en directo, costara lo que costara, irían de cualquier forma, ninguno, absolutamente ninguno, quería perdérselo. Todos irían a Pestaña.  

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