domingo, 16 de octubre de 2016

Caperucita nunca será devorada (LXXV)

   Pasaron un par de días y allí no llamaba nadie. Cuin y compañía estaban empezando a preocuparse, aunque se animaban pensando que debido al trasiego de gente y el revuelvo que se debería estar formando, nadie tendría tiempo para llamar, estarían, tanto los espías como sus colegas, muy pendientes de que todo saliera bien.

   Al cuarto día sin noticias de nadie, ya no pensaban nada, creían que su plan habría sido un auténtico fracaso, temían hasta comunicarse con sus colegas y espías, por miedo a las noticias que recibieran, pero tenían que hacerlo, no les quedaba más remedio.


 Intentaron comunicarse por todos los medios disponibles con sus colegas y nada,  ninguna se ponía al otro lado de la línea. Lo intentaron con sus espías y tampoco, nada de nada, estaban totalmente aisladas del mundo exterior.

  Su preocupación iba realmente en aumento, se pensaban lo peor, que alguien se hubiera enterado de sus planes y la venganza hacia todas las mujeres fuera tremenda, ni querían imaginárselo. Ellas se sentían las responsables directas de todo lo que ocurriera.

   También quisieron comunicarse con el Gerente del Hotel Hiz Sol y Playa, a él le suponían un amigo y teóricamente no se aliaría con los hombres para ponerse en su contra, tal vez, y aunque en Calma Yorka eran donde más aislados estaban ahora mismo, podría saber algo. Inútil, tampoco contestaba nadie. Ahora maldecían haber destruido todas las demás formas de comunicación.

  El grado de desesperación era insoportable, no sabían qué hacer, el desánimo se adueñó de ellas, por fortuna, todavía permanecían unidas y convencidas de que su plan era lo mejor para la humanidad. En lo que ahora sí que tenían serías dudas era en que su proyecto se estuviera desarrollando con total éxito, quizá hubieran fallado y todo se hubiera terminado, con la incertidumbre añadida, de pensar qué es lo que les estaría ocurriendo al resto de mujeres del mundo si los hombres se hubiesen enterado de su malévolo plan contra ellos.

Recordamos nuevamente la ubicación de la Casa Rural
   Pensaron que tal vez ahora sí que sería totalmente necesario que algunas de ellas salieran de la plácida Casa Rural, e ir a ver qué es lo que realmente estaba pasando por el mundo. Cuin fue la primera en ofrecerse a ir, por ser la que metió a todas en este necesario y traumático proyecto, además, debido a su habilidad con el maquillaje y facilidad en el vestir, se disfrazaría de hombre e investigaría qué estaba ocurriendo. Shi, debido a su carácter, sin tener miedo a nada ni a nadie, también dijo que viajaría por diferentes países para averiguar en qué situación se encontraba el mundo en estos momentos. El resto, con un poco menos de decisión que Cuin y Shi, también se ofrecieron para viajar y conocer qué estaba pasando.

  A Kerkel le pidieron que se quedara en la Casa Rural, primero por su estado de mujer embarazada, ya que no le convenían para nada los viajes, además sin un médico cercano que la autorizara, le sería totalmente imposible hacerlo. Segundo, por si se restablecían las comunicaciones, alguien tendría que haber para coger el teléfono, y tercero y último, porque, llegado el caso de que salieran con vida de sus viajes y siguieran sin funcionar las comunicaciones, tendrían que volver allí para encontrarse y relatar lo visto.

  Cada una decidió ir a su respectivo país, menos Shi, que visitaría varios países al mismo tiempo. Shi tenía mucho poder, y podía hacer esto y más, pero de momento sólo iba a hacer esto.

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