Las Ocho pensaron en
llamar a sus colegas para decirles que a la presión de un dedo sobre un simple
botón, comenzaría la fase promocional del final de su proyecto, pero pensaron, que como ellas ya
lo verían en sus respectivos países, mejor dejarlas que se llevaran la gran
sorpresa y después seguro que llamarían para decirles que les había parecido la campaña y cuál era la reacción que estaban teniendo los hombres.
Por deferencia a Cuin,
principal impulsora de todo este tinglado, dejaron que fuera ella quién
apretara el botón rojo, porque sí, el botón era rojo, y el principio del final
y a su vez el final del principio estaría servido.
Cuin apretó sin ningún
titubeo el botón rojo y los anuncios e informativos, perfectamente
sincronizados y traducidos a más de quinientos idiomas, comenzaron su andadura
por todo el mundo.
Ellas ya habían terminado su misión, pero todavía no
su objetivo, ahora sólo les quedaba esperar a que todo aconteciera según lo
previsto, se prepararon un buen vodka con zumo de naranja natural y salieron al
jardín de la Casa Rural a esperar tranquilamente la sucesión de
acontecimientos, mientras hacían apuestas de quiénes serían los primeros en
llamar, si los espías de Shi, que ya no eran de Shi, sino que pertenecían a las
Ocho, o sus colegas de plan.
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