sábado, 16 de julio de 2016

Caperucita nunca será devorada (LXIII)

  Antes de empezar a mover todos los hilos para la gran convocatoria, se pusieron en contacto nuevamente con sus colegas, para saber si los informativos emitidos con la intención de levantar un poco el ánimo de los hombres, había dado sus frutos y habían empezado ya con la selección y traslado de los elegidos a Calma Yorka, para disgusto de los hasta ahora felices habitantes de la isla.

 Todas coincidieron en que, a pesar de la información de todos los acontecimientos venideros en Pestaña, que eran del total agrado de ellos, estos no habían mejorado mucho, y a su estado anterior se había añadido el de la ansiedad para que todas estas competiciones empezaran ya de una puñetera vez, y como no podían ni querían demorarse más, todas habían tomado ya la decisión de quiénes serían los elegidos, independientemente del estado de ánimo que tuvieran en ese momento.

  Las ocho de la Casa Rural estaban expectantes por saber quiénes eran los beneficiarios de tal decisión.

 Los elegidos eran bomberos, mineros, carpinteros y manitas varios, artistas, músicos, literatos y creadores en general, cocineros, científicos y médicos, algún que otro amigo más o menos imprescindible y un juez.

  A las ocho de la Casa Rural les pareció una buena selección, también pensaron que seguramente faltaría algún que otro colectivo, pero evidentemente no tenían sitio para más. También se extrañaron un poco de la elección de los bomberos, tampoco creían que fuera a haber tantos incendios como para necesitarlos, pero bueno, seguro que alguna que otra buena razón tendrían para haberlos elegido. ¿Y un juez? Se preguntaron. Bueno, este, por lo visto, fue propuesto expresamente por Pistina.

  Las conminaron a que empezaran con toda rapidez el traslado de los elegidos a Calma Yorka, con la excusa de vacaciones pagadas a perpetuidad, si alguno se resistía se le dejaría en tierra sin más, ya se enterarían a lo que se enfrentarían después. Que los aviones y barcos fueran todos pilotados y capitaneados por mujeres, que los hombres enseguida se van de la lengua y no querían que se enterara nadie de lo que allí se estaba tramando. Nada más dejar su carga de pasajeros, se volverían de inmediato y totalmente vacios a sus destinos de origen, pues más tarde los volverían a necesitar, pero esa vez los aviones irían pilotados por hombres.

  Una vez terminada la operación quedaron en volver a ponerse en contacto para confirmar el buen desenlace de la misma, porque Cuin, Kerkel, Shi, Tistine, Opera, Pilari, Chelie y Dandi, no harían nada, hasta saber que los supuestos elegidos estaban ya todos instalados, y sin posibilidad de regreso, en Calma Yorka.

  Kerkel llamó al Gerente para anunciarle, ahora sí, la llegada de un importante número de hombres a Calma Yorka y que actuara según los planes previstos, recordándole, que hiciera uso única y exclusivamente de la isla principal, acomodando en ella a los futuros habitantes a perpetuidad. Las otras islas cercanas tendrían que quedar como hasta ahora, totalmente vacías de cualquier espécimen humano. El Gerente, visiblemente disgustado, aseguró a Kerkel que todo se haría según sus deseos.

martes, 12 de julio de 2016

Caperucita nunca será devorada (LXII)

  Tistine advirtió que no entendía muy bien porque tenían que estar gastando tanto dinero en unas construcciones que nunca tendrían ningún uso, y que para sus fines, con un poco de cartón piedra y unas buenas manitas de pintura ya les valía. Esta mujer siempre pensando en el dinero, dijeron las otras. Tistine no se daba cuenta, de que así ellos estarían bien entretenidos y ellas podrían aprovecharlo más adelante.

  Volviendo al tema del juego, en este caso los sorteos que se juegan a la vuelta de la esquina, adoptaron una solución un pelín drástica. Cerraron todas las tiendas del mundo, que tenían licencia administrativa para vender los boletos que dan derecho a participar en los mismos, y permitirían únicamente comprar estos boletos en tiendas de Pestaña. Como habían cerrado todos los medios que permitían la compra electrónica, o algo así llamado, sólo se podían comprar físicamente en las tiendas habilitadas al uso, es decir, que el que quisiera un boleto se tenía que desplazar expresamente a Pestaña. Ellas confiaban en que los hombres al estar tan sumamente aburridos y desesperados, ellos mismos se ofrecerían voluntarios para desplazarse hasta allí, aunque les quedara un poco más lejos que la vuelta de la esquina, además, allí se encontrarían con un buen número de espectáculos que presenciar. Con este método calculaban que prácticamente ya los tendrían a casi todos reunidos en Pestaña.

  Para ellas, ya sólo faltarían, teóricamente, dos grandes colectivos, para que todos los hombres del mundo se juntaran en el mismo lugar y al mismo tiempo. Por un lado les quedaría por atraer a los religionarios, con sus diferentes religiones, cruces, sotanas, capas y capirotes. Por otro, a los diferentes cuerpos y fuerzas de seguridad de los diferentes Estados, estos son los de casco, porra y fusil. Con estos últimos lo tenían fácil y difícil a la vez, porque por una parte, casi siempre están ya movilizados, por lo que es muy difícil moverles de donde están, pero por otra, si ya están movilizados les debería dar un poco igual en el sitio que tenga lugar esa movilización, ya que para ellos lo único importante es estar movilizados. Seguro que algo se les ocurriría a ellas con estos dos colectivos.

  Según sus previsiones ya tenían todos los elementos más o menos encajados para que su tremendo plan fuera un rotundo éxito. Ya casi estaban listas para ponerlo todo en marcha y ver qué pasaba.

viernes, 8 de julio de 2016

Caperucita nunca será devorada (LXI)

  Decidieron hacer una campaña de información, relatando brevemente los grandes y nunca vistos hasta entonces eventos que se estaban preparando en Pestaña y de los que próximamente se irían dando más detalles, con la intención de ver si por lo menos estas noticias les animaban un poquito y podían por fin hacer la selección de los supuestamente elegidos, para llevarles a Calma Yorka, con el consiguiente disgusto para los cinco mil tres que por allí estaban y que se lo estarían pasando de maravilla. Quedaron en hablar en un par de días, para ver si la campaña daba sus frutos y se podía ya empezar el traslado.

  Mientras tanto mandaron a los espías de Shi a que vigilaran el progreso de las obras en Pestaña, ya que no se fiaban un pelo de lo que allí podría estar pasando.

  Les quedaba también por resolver de qué manera lograrían atraer al resto a Pestaña, es decir a los demás hombres que por un motivo u otro no quisieran o no pudieran, asistir a los eventos que estaban preparando allí. Para estos tenían que idear alguna cosa más para que el confinamiento fuera un éxito total.

  Respecto a atraer a Pestaña a hombres motivados por los diferentes juegos de azar, Pilari comentó, que en su país había una pequeña parcela, Las Pelas se llamaba, dedicada única y exclusivamente al juego, que cada día recibía miles y miles de visitantes, y que creía que uno de los dueños de esa parcela estaba intentando poner una similar en Pestaña, pensando que tal vez este dato les podía ser de alguna utilidad.

  Las otras siete lo entendieron al instante, cerrarían la parcela del país de Pilari y las de todos los demás países, y centrarían todos sus esfuerzos en crear una parcela de esas mismas características en Pestaña, para que fuera el único lugar del mundo donde se pudieran practicar ese tipo de juegos. Algunos bien simples como este, por ejemplo: una bolita dando vueltas en un círculo con números encasillados, 36 hombres apuestan a los diferentes números y uno que tira la bolita, la bolita cae en una de las casillas correspondiente a un determinado número, dos se alegran, uno el que tira la bolita, dos, el que ha tenido la suerte de apostar en el número donde cayó la bolita, treinta y cinco se desesperan y cabrean, y vuelven a apostar, así una y mil veces, no va más.

  Otra vez se pusieron en contacto con los constructores de Pestaña para ver que tal iba el proyecto inicial de la parcela del juego, los constructores comentaron que de momento había bien poco, simplemente buenas intenciones pero nada más. Cuin y compañía les mostraron su interés en él, comentándoles que querían que se hiciera a toda costa y no sólo eso, sino que además tendría que estar terminado en un mes. Los constructores más encantados si cabe, también pidieron más mano de obra, otros 50 millones más de hombres, perfecto para los intereses de todas las partes.

  Entre los hombres de más que se necesitaban para esta nueva construcción, más todos los que se verían atraídos por este tipo de juegos, ya tenían a otro buen puñado de millones de hombres de los que no se tendrían que preocupar, no iba mal del todo la cosa.

martes, 5 de julio de 2016

Caperucita nunca será devorada (LX)

 Entre unas cosas y otras estaban ya a mediados de julio y haciendo un repaso a lo que todavía les quedaba por hacer, vieron que no era tanto, afinar algunas cosas y poner en marcha toda la campaña de comunicación.

  El tema deportivo lo tenían ya solucionado, ahora tendrían que ver la manera de promocionarlo para atraer al mayor número de hombres posible, que ellas calculaban por lo menos en mil quinientos millones, los que deberían venir a verlos. A ver si lo conseguían.

  El tema de infraestructuras también lo tenían ya desarrollado y sólo faltaba su ejecución. Además esto les aportó doscientos cincuenta millones extras, a los que no tenían que mover, pues se desplazarían voluntariamente a Pestaña. Bueno, la verdad es que lo que ellas pretendían es que todos los hombres se desplazaran voluntariamente a Pestaña, lo que sería un gran éxito. Sería curioso de ver, pensaban, como se dirigen todos ellos juntos a encerrarse en un mismo lugar para ya no volver a salir nunca más de allí, y además, encantados de hacerlo, increíble pero cierto.

  Los espías de Shi las informaron de que los ánimos de los hombres volvían a caldearse un poco por todo lo que estaban sufriendo, sin dinero y sin entretenimiento. Y para añadir más leña al asunto y al acercarse su periodo vacacional y ver que Calma Yorka estaba con el cartel de Completo, pues su desesperación iba en aumento, pero de momento no había altercados graves.

  Por ahora iban bien sus planes, ellos estaban alcanzando el clímax necesario para empezar a poner en marcha toda la maquinaria de promoción, que es lo que ellas realmente querían y necesitaban.

  Kerkel llamó al Gerente del Hotel Hiz Sol y Playa para preguntarle qué tal se estaba desarrollando todo por allí, a lo que el Gerente respondió que estaban encantados, con toda la isla en exclusiva para el disfrute de los cinco mil tres que se habían quedado allí, porque por ahí todavía no había aparecido nadie de los que estaban esperando.

  Kerkel, un poco enfadada se lo comunicó a las otras siete y el enfado fue general, por lo que decidieron rápidamente ponerse en contacto con el resto de sus colegas que estaban en sus respectivos países, a través de videoconferencia, para ver que estaba pasando.

  La respuesta de sus colegas fue prácticamente unánime. Les contaron que era muy difícil hacer una buena selección, además, debido a lo malhumorados que estaban todos últimamente, les resultaba todavía más difícil encontrar a hombres que realmente merecieran la pena para mandar, y teóricamente salvar, a Calma Yorka.

      -Pues vosotras mismas-, dijo Cuin, -porque la idea fue vuestra, por mi ya sabéis lo que hubiera hecho. Así que ya me diréis qué hacemos-.

 Todas al otro lado de la linea pidieron que por favor se les ocurriera algo para que por lo menos estuvieran un poco más simpáticos, aunque sólo fuera por unos días, para así poder elegir con alguna garantía, porque tal y como estaban hasta ahora, eran realmente insoportables y si seguían así les mandarían a todos a Pestaña directamente y encima encadenados.