Ya estaban todas conformes
y dispuestas otra vez a retomar de nuevo el final de su proyecto, pero estaban
tan cansadas que decidieron dejarlo para el día siguiente y cuando todas
estaban ya dispuestas a hacerlo, Shi se opuso tajantemente. Habían perdido tanto
tiempo salvando animales, niños, pinturas y dibujos, libros y partituras y
objetos varios, que en su proyecto habían avanzado bien poco, además tenían
pendiente algo muy importante, algo que no podían dejar pasar sin acometer otro
día más.
En Pestaña ya había
muchos recintos deportivos construidos, los cuales tenían pensado utilizar para
la realización de las competiciones allí previstas, por lo que no tenían que
gastar mucho tiempo y dinero en hacerlos, pero lo que sí que tenían que
construir era el circuito principal de carreras, el óvalo sinuoso y revirado
que recorría toda la costa de Pestaña y la parte norte, un tramo montañoso que
separaba Pestaña de otros dos países. Uno de esos países era muy pequeñito, tan
pequeño que en un principio pensaron en incluirlo también en la operación de
reclusión, pero que al final lo desestimaron, al decir, no sé exactamente quién
de ellas, que en ese país, protegido por altas montañas, comprar allí resultaba
realmente barato, por lo que algún beneficio podrían obtener salvándole de la
reclusión. Y el otro era un país grande y poderoso que nada tiene que ver en
esta historia, salvo por los hombres y mujeres que allí habitaban y que
tendrían el mismo destino que el resto de la humanidad.
Así, pese al deseo de
las otras siete de irse un rato a descansar, se tuvieron que quedar y ponerse a
acometer la construcción del gran circuito, la cama tendría que esperar un
poco.
La construcción del
gran circuito, les traería también alguna que otra buena sorpresa. Para
construirlo Tistine tuvo que abrir su caja y bien abierta, pero era una
inversión que les merecía la pena. Contactaron con las constructoras más
importantes de Pestaña, a las cuales les encantó el proyecto, sin tener la más
mínima idea de cuál sería su uso final. Les ordenaron que tenían que tenerlo
terminado en menos de un mes. Y que como querían, sobre todo y muy importante, que
primara la seguridad de todos los participantes, les pidieron que construyeran un muro, de 127 metros
de alto, alrededor de todo el circuito, para que ningún corredor de coches,
motos, bicicletas o cualquier vehículo susceptible de ser conducido y poder
participar en una carrera, es decir, todos, pudiera tener un accidente y salir
despedido hacia el mar, con los inconvenientes que eso acarrearía para
rescatarlo.
Ellas lo que realmente
querían es que ese muro les sirviera de contención para que nadie pudiera
escapar de allí una vez completado su diabólico pero a la vez imprescindible
plan, además, para más escarnio aún, se lo iban a construir ellos mismos y encantados de poder hacerlo.
También mandaron a las constructoras que a lo largo
del circuito dejaran algunos tramos, en determinados puntos de la costa, sin
terminar de momento, ya que estos puntos se utilizarían para la llegada de
barcos, al principio llenos con materiales de construcción y luego repletos a
rebosar con participantes y espectadores, pues preveían una gran congregación
de gente próximamente allí y querían facilitar en todo lo posible la llegada de
hombres a Pestaña. Una vez desembarcado todo lo desembarcable y los barcos hubieran
realizado su cometido, se cerrarían y sellarían, con sus respectivos muros de
seguridad, dichos tramos.
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