lunes, 13 de junio de 2016

Caperucita nunca será devorada (LVII)

  Antes de proseguir con el inventario de competiciones, se preguntaron entre ellas si había alguna petición más para salvar a alguien o a algo, que se dijera ahora o se callara para siempre.

  Kerkel debido a su estado, que le hacía más sensible y un pelín ñoña, se atrevió a preguntar, -¿Y con los niños, qué hacemos con los niños?-.

        -Joder Kerkel, esto ya si lo podías haber dicho antes, además con lo que incordian y molestan algunos de ellos-, dijo Shi visiblemente alterada. –Hala, vamos a ponernos a solucionar el tema de los niños que quiere Kerkel, porque si no así no avanzaremos nunca. Y otra cosa-. Prosiguió Shi, -¿A qué llamas tú exactamente niños? Porque yo conozco a más de uno y de dos, que son bien grandes de edad y  actúan como lactantes.-

  Kerkel, un poco sonrojada se dio cuenta de que realmente este tema lo había puesto sobre la mesa un poco tarde, pidió disculpas y dio las gracias por decidir ponerse a solucionarlo. Respecto a quiénes eran niños para ella, simplemente se la ocurrió decir que niños eran, pues eso, niños y ya está.

  Así que ahora se pusieron complacer a Kerkel y solucionar el tema de los niños. A este paso no iban a meter en Pestaña a nadie y los únicos beneficiarios de todo su plan serían los animales, que en unos días estarían campando a sus anchas por el  mundo entero, las de Calma Yorka de crucero con todos los gastos pagados por el Caribe, y el Gerente del Hotel Hiz Sol y Playa, el expropietario y Eldelfiel que tenían  la isla para ellos solos, junto con los cinco mil a los que les importaron un pimiento los documentales de Opera.

     -Pues vamos a solucionar el tema de los niños y a ver si podemos ponernos ya a lo que tenemos que ponernos, que se nos echa el tiempo encima y hemos avanzado muy poquito-. Terminó Shi con autoridad.

  Para el tema de los niños adoptaron una solución Salomónica. No pusieron ningún tipo de edad para definirlos, sólo por la estatura, el que midiera más de un metro y medio no le dejarían suelto por el mundo, el resto decidiría su propio destino. Hablaban sólo de niños porque con las niñas lo tenían claro desde el principio, a las niñas Pestañolas las salvarían a todas, con el resto no habría problema porque se quedarían en sus respectivos países, ya las prepararían algo a ellas para que estuvieran también entretenidas.

  Por lo tanto los niños de más de metro y medio de estatura, que se vieran atraídos hacia lo que se estaba preparando en Pestaña, y quisieran acudir a los acontecimientos allí programados, se le dejaría total libertad para ir a los mismos, el que no quisiera ir no se le obligaría. Respecto a los Pestañoles igual, sus madres les preguntarían: -¿Te vienes conmigo o te quedas?- y ellos decidirían.

         -Ya está, no hay más que hablar del tema. ¿Ya estás contenta Kerkel?- Sentenció Shi.

  Satisfecha también Kerkel y antes de retomar el importante asunto que estaba acometiendo, Shi preguntó por última vez:

       -Bueno, esta ya es la última vez que lo pregunto ¿Alguna más quiere salvar a alguien o algo? Y no valen flores, plantas, montañas, ríos, riachuelos, desfiladeros, valles, monumentos, pinturas y dibujos, libros y partituras, ni nada por el estilo, que si no, no acabamos nunca-.

          -Ya que estamos y si vamos a sacar de allí a unos cuantos animalitos, podríamos hacer hueco en los barcos y meter algunas pinturas, dibujos, libros y partituras y objetos varios, total no nos costaría mucho. ¿Qué os parece chicas?- Comento Chelie.

  Para no empezar otro debate y que se extendiera mucho la cosa, todas accedieron a la petición de Chelie, con lo que aprovecharían el viaje de los animales para sacar de allí pinturas, dibujos, libros y partituras, y objetos varios. Volvieron a llamar a la ONG para comunicárselo.

      -¿Algo más señoritas? Preguntó Shi con una media sonrisa entre simpática y amenazante.

      -No-, se oyó al unísono.

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