martes, 24 de mayo de 2016

Caperucita nunca será devorada (LII)

  Creyeron que lo mejor era averiguar qué es lo que motiva principalmente a los hombres para que realicen desplazamientos masivos a un lugar determinado, y en un momento también determinado, claro, aunque todas más menos ya se lo debían figurar, porque a mí ni siquiera me lo preguntaron, de hecho ni me preguntaron que me parecía su plan.

  Decidieron que lo que moviliza a un mayor número de hombres  en un periodo relativamente corto de tiempo, son las guerras. Basta una mala mirada para iniciar una, también interviene mucho que tú tengas algo que yo no tenga y lo quiera tener, que mira lo que has dicho y no deberías haberlo dicho, que no me toques que me conozco y cosas por el estilo, son los principales desecantes de las mismas.

  Las ocho allí presentes, no estaban muy dispuestas a iniciar una guerra que debastara Pestaña, aunque si se pusieran a ello tampoco lo tendrían muy difícil. Pestaña en su día fue un gran Imperio mucho más importante que el de Cuin, por lo que aparte de amigos, pocos, también se creo muchos enemigos. Otro factor que podrían utilizar es que hace muchos años Pestaña no sólo estaba habitada por los Pestañoles. Los Pestañoles estaban principalmente instalados en el centro y en el norte del país,  en el sur estaban los que llamaremos los Otros. Los Pestañoles un día decidieron no compartir más Pestaña y echaron a los Otros fuera de allí y estos, que son los Otros, todavía no lo han olvidado, así que seguramente con sólo una llamada del Vandaluz, que era por lo que principalmente empezaron a pelearse, los Otros acudirían raudos a la reconquista de su territorio perdido, y ya estaría liada.   

  Por desgracia, también había muchas pequeñas guerras diseminadas por el mundo y tendrían que ver si los que en ellas participaban, las abandonarían para venirse a guerrear a Pestaña sin motivo aparente.  

  Pero ellas no querían una guerra, eso es sólo para ellos, las guerras embrutecen mucho y ellas son mucho más finas, seguras y elegantes en sus métodos, aunque algunas veces con perores consecuencias para algunos.

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