Por un lado está la
prensa, cada vez más debilitada pero no por ello menos importante, además ahora
había encontrado un aliado en un nuevo medio de comunicación, que ha surgido
con una fuerza imparable, y que está alcanzando unas cuotas de poder inmensas.
La prensa en papel está
dejando su lugar a este nuevo tipo de prensa, que al igual que la televisión se
puede ver a través de una pantalla, eso sí, esta mucho más pequeña, bueno, en
algunos casos no tan mucho más pequeña y de aspecto enrejado, como una tela de
araña que te atrapa y de la que ya no puedes salir. Esa pantalla, más pequeña generalmente,
y sus diferentes componentes, también sería imprescindible controlar o eliminar
para los intereses de Cuin y sus compañeras.
Por último están los
conocidos ifones y similares, y su infinidad de diferentes aplicaciones y usos,
que han ido evolucionando desde la verdadera finalidad para la que fueron
creados, es decir, para comunicarse mediante la voz estés donde estés, siempre
y cuando estés cerca de donde tienes que estar, si no es imposible comunicarse,
salvo para pedir auxilio y socorro. Estos aparatitos, tan
pequeños y tan jodidamente poderosos y necesarios, y que desgraciadamente han
sustituido la voz por letra mal escrita, también tenían que ser controlados.
-¿Y
la radio, qué hacemos con la radio?- preguntó Cuin.
Opera, con una media sonrisa, le contestó, con todo su respeto y admiración hacia Cuin y hacia ese medio de comunicación tan amado y necesario antaño, que se olvidara por el momento de la radio, que por desgracia, había pasado a ser un actor secundario, tan secundario, que ya ni siquiera aparecía en los títulos de crédito.
Tenían que concentrar toda su atención en dominar los
medios señalados anteriormente. Si los dominaban tendrían a todos los hombres
rendidos a su antojo, más rendidos incluso que en la actualidad.
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