jueves, 15 de diciembre de 2016

Esperándote VII


  Hace mucho tiempo que te espero, tanto tiempo, que hace mucho tiempo que ni siquiera lo digo, pero ahí sigo esperándote. Tanto tiempo esperándote que hasta he tenido tiempo para construirme un espacio de espera. Sencillo y discreto, para no impedir que te acerques, para no asustarte cuando te vea, cuando me veas. Un lugar de espera, si esta espera sigue siendo tan larga, tendré que construirme una zona un tanto más cómoda y acogedora, mi espalda lo agradecerá y mi postura sexual no se resentirá.

lunes, 28 de noviembre de 2016

The Big Trip (Welcome aboard)

  Hacía mucho que no incluía una selección de música en este blog, así que ahí va una. No será para un gran viaje, con esta selección sólo llegaremos a Cuenca desde Madrid, y en el Ave, pero estará bien el viajecito y sólo con música de los 70.

  Como han quedado muchas canciones por el camino, tendré que hacer algún post más, a ver si así podemos pasar de Cuenca.  

  Gamma Ray (Birth Control); Jessica (Bloodrock); Ellis Island (Brian Auger); Depression (Cressida); Never More (Elf); Fifty Fifty (Frank Zappa); Decision (Fruupp); Time Will Be Your Doctor (Fuzzy Duck); Everybody Knows (Grace Slick & The Great Society); Country Boy & Bleeker Street (Lovecraft); Purple Haze (Jimmy Hendrix); August (Love); Are You Ready? (Pacific Gas & Electric).

viernes, 11 de noviembre de 2016

Caperucita nunca será devorada (Final)

   El día 18 de septiembre llamaron a los espías para confirmar que todos los hombres del mundo estaban ya en Pestaña y podían definitivamente cerrar las puertas de aquel lugar, elegido medio al azar, para dejar allí encerrados a tres mil doscientos millones de hombres.

   Pero los espías no pudieron confirmar este hecho, faltaba por llegar todavía un colectivo entero. Faltaban por llegar los de las diferentes cruces, sotanas, capas y capirotes, que aún no habían aparecido por Pestaña.

   Todas se mostraron muy sorprendidas y ligeramente preocupadas. Si según sus informaciones, no quedaba ya ningún hombre en sus respectivos países, por dónde andarían todos estos metidos, se preguntaban.

   Los espías las tranquilizaron un poco, pues desde la alta piedra de Cuin se les podía ver a todos ellos a lo lejos dirigiéndose hacia Pestaña. Eran los que más despacio venían, seguramente debido a su gran celo profesional, que les impedía ir dejando por el camino a ningún alma descarriada, por lo que su marcha era realmente lenta, pero que no se preocuparan, porque en un par de días como mucho ya estarían todos allí.

Dibujo de Castrortega
   Efectivamente, a los dos días todos los hombres del mundo, menos los instalados en Calma Yorka, ya se encontraban allí reunidos y apretados, muy apretados, esperando el inicio de todos los acontecimientos anunciados, sin ni siquiera sospechar de que allí no se celebraría absolutamente nada de nada, entre otras cosas, porque no había el mínimo espacio para ello. En ese preciso momento las puertas de Pestaña se cerraron y sellaron para siempre.

   Un par de helicópteros sacaron a los espías de allí y los depositaron en Calma Yorka, con la promesa de no relatar nada del espectáculo tan dantesco visto y vivido por ellos esos últimos días.

   Cuando todos en Pestaña fueron conscientes de su verdadera situación, se hizo un silencio tan sumamente estremecedor que se oyó en el mundo entero. Por unos instantes el único sonido perceptible fue el sonido de la nada, el sonido del vacío absoluto. El sonido del silencio indicando el comienzo de una nueva era.

   En medio de ese impresionante silencio, yo decidí marcharme, las ocho reunidas en la casa rural, dirigieron sus miradas hacia mí, y en ese preciso momento, pude ver reflejado en sus rostros la imagen de su victoria, de su preciosa, necesaria y trágica victoria.


Nota:

Evidentemente, todo lo que se relata en Caperucita nunca será devorada, es pura ficción, incluidos los personajes. Cualquier parecido con la realidad es una mera coincidencia, y producto, única y exclusivamente, de nuestra imaginación.

martes, 8 de noviembre de 2016

Caperucita nunca será devorada (LXXXI)

   Tal y como predijeron las Ocho de la Casa Rural, y según informaron los espías desde lo alto de la piedra de Cuin, los primeros en llegar a Pestaña y tomar posiciones, fueron los diferentes cuerpos y fuerzas de seguridad de todos los Estados miembros del Mundo. Debido a su rapidez y facilidad para la movilización, al primer informativo, y previa paralización de las guerras en las que estaban inmersos, rápidamente se desplazaron a Pestaña para elegir los mejores puntos estratégicos donde instalarse, y así salvaguardar la integridad física de sus conciudadanos de los posibles ataques indiscriminados del resto de conciudadanos de otros países. Los maestros de la estrategia y el espectáculo pirotécnico, mal entendido, fueron los primeros en encerrarse. Bien por ellos.

   Los espías informaron que con la llegada de los del casco, porra y fusil, con todos sus bártulos, la cosa se había apretado bastante, y no estaban seguros de que hubiera mucho más sitio para el resto de los que faltaban por llegar. Ellas les dijeron que no se preocuparan, que según sus cálculos había sitio para todos, que bien apretaditos cabían perfectamente, no obstante, les sugirieron que colocaran unos grandes carteles en los que pudiera leerse “Al Fondo Hay Sitio”, que ellos ya lo entenderían.

   También les advirtieron de que procuraran mantener la pista de aterrizaje lo más despejada posible, para evitar tragedias prematuras e innecesarias, pero que tampoco arriesgaran sus vidas en este empeño, que dejaran el peso de esta labor a los ya instalados allí, que serían los realmente interesados en que los aviones no aterrizaran directamente encima de sus cabezas cuando hicieran acto de presencia, hecho que ocurrió en una brevedad pasmosa. Era tal la afluencia de artilugios voladores, que según iban aparcando al final de la pista, rápidamente aparecían nuevos aparatos, que hacía prácticamente imposible que los pasajeros abandonaran sus respectivos aviones, con lo cual, muchos de ellos decidieron continuar abordo, esperando a ver si se despejaba un poco todo, cosa que nunca llegó a suceder, evidentemente.

  Acto seguido los primeros barcos hicieron su aparición. Al desplegar sus rampas de desembarque, centeneras de miles de hombres, corrían como posesos para ocupar sus localidades, para presenciar lo que, realmente pensaban, sería el mayor espectáculo del mundo, sin llegar a imaginar lo que realmente iban a presenciar, que aunque efectivamente sería el mayor espectáculo del mundo jamás visto, no era el que precisamente ellos quisieran haber presenciado.

   Sus colegas al otro lado de la línea estaban absolutamente impresionadas ante tal despliegue de medios. Ya no quedaba ningún hombre en sus tierras, todos había partido ya rumbo a Pestaña, y los que no habían llegado aún, estarían a punto de hacerlo.

   No cabían de satisfacción de lo bien y rápido que había salido todo, todavía tenía que dar gracias a la reciente erupción solar, que había dado el definitivo punto de irritación a los hombres para embarcarse, sin dudarlo un instante, en el último viaje de sus vidas. Las más místicas pensaron que el Sol les había echado una manita, aliándose con ellas para conseguirlo.

domingo, 6 de noviembre de 2016

Caperucita nunca será devorada (LXXX)

   En un par de días todos los medios de transporte, sin excepción, estaban ya completamente a rebosar de ávidos hombres deseosos de ver, lo que durante unos cuantos meses se le había privado de ver.

   Les habían quitado sus juguetes preferidos y los habían trasladado a miles de kilómetros de distancia para que acudieran a buscarlos. Ante su pérdida, en vez de tener la imaginación y fuerza, para crear e inventarse juguetes nuevos, solo supieron protestar, cabrearse y llorar sus miserias. Cuando ellas les dijeron donde podían encontrarlos, ellos no lo pensaron dos veces y como posesos se dirigieron a por ellos, sin sospechar siquiera, que serían devorados por los mismos.  
 
   Se habían acabado sus penurias, por fin tenían ya un motivo para sentirse felices y contentos, sin saber que esa felicidad les llevaría a todos a la ruina, a su fin como especie, a un lento exterminio del que no podrían escapar y lo hacían sin ningún tipo de presión, ni obligación, lo hacían porque querían, les apetecía y les gustaba. ¡Increíble!

jueves, 3 de noviembre de 2016

Caperucita nunca será devorada (LXXIX)

   Cuin se disponía a volver a apretar el botón rojo que significaba el inició de su ansiada operación, cuando las miradas de las otras siete se posaron en ella. Cuin tuvo su oportunidad y había fracasado, no fue culpa suya, pero… quién sabe si podría volver a ocurrir y esta vez, en vez de una erupción solar provocaba la caída de todos los satélites desperdigados por el espacio, encargados de emitir las señales de televisión. No es que no se fiaran de Cuin, pero preferían no tentar a la suerte.

   Decidieron que la siguiente en la lista para apretar el botón fuera Kerkel, pero esta declinó la invitación, debido a su estado de embarazo, y ñoñez y sensibilidad en aumento, no quería ser la ejecutora directa, de lo que su acto conllevaría.

  La siguiente era Shi, antes de que el resto se lo pidiera, ella ya había apretado el botón rojo.

   Al otro lado de las líneas telefónicas, el resto de sus colegas distribuidas por todos los países del mundo, certificaron la correcta emisión de anuncios e informativos, todas las pantallas del mundo los estaban emitiendo, incluidas las instaladas en edificios, plazas públicas y centros comerciales. El mayor confinamiento y extinción de una especie parecía que por fin, había comenzado.

   Los hombres, boquiabiertos, asombrados y llenos de admiración ante tal despliegue de creatividad y espectacularidad, se agolpaban frente a las pantallas de televisión, imaginándose ellos mismos protagonistas de tales anuncios e incluso de tales eventos. Ya no se veía a ningún hombre caminar sin rumbo por las calles, todos tenían su destino bien definido, acudir a la pantalla más cercana, para recrearse en lo que esta les mostraba.

   El pensamiento único de todos los hombres del mundo, una vez visto los anuncios, se centraba única y exclusivamente en ir a presenciar todos esos acontecimientos en vivo y en directo, costara lo que costara, irían de cualquier forma, ninguno, absolutamente ninguno, quería perdérselo. Todos irían a Pestaña.  

lunes, 31 de octubre de 2016

Caperucita nunca será devorada (LXXVIII)

   La erupción solar parecía haber terminado del todo, o por lo menos sus efectos devastadores habían dejado de sentirse. Ya funcionaba cualquier cosa con un cable colgando y susceptible de ser enchufada a los orificios practicados, para tal uso, en una pared o lugar similar.

    A sus colegas en sus respectivos países, Cuin y compañía, les dijeron que se mantuvieran localizadas, pues antes de volver a pulsar el botón rojo, las llamarían para certificar, qué anuncios e informativos se emitían correctamente y ver la reacción instantánea de los hombres. Antes llamarían a los espías, para ver si por Pestaña, había pasado algo digno de mención.

   Los espías se alegraron de oír sus voces después de tanto tiempo y la preocupación de no saber cómo se encontraban, desapareció de inmediato. Habían intentado comunicar con ellas en varias ocasiones, pero sin ningún éxito, ahora estaban felices de volver a escuchar sus voces, estos, que seguían instalados en lo alto de la gran piedra que Cuin poseía allí, les contaron lo que había pasado en Pestaña.

   Debido a la mencionada erupción solar, todas las infraestructuras que estaban construyendo se vieron paralizadas, afortunadamente, ya estaban casi todas terminadas y eso era una ventaja. Pero los hombres allí ubicados, al verse faltos de actividad, empezaron a notar una cosa muy curiosa en la que antes no habían reparado, la total ausencia de personas del sexo opuesto al suyo en Pestaña, salvo por unas cuantas mujeres, recluidas en una especie de edificio acristalado haciendo esquina con dos calles, situado justo en el centro de Pestaña, y en el que en su fachada se podían leer las enigmáticas letras FeFe, coronadas por una especie de buitres, blancos sobre fondo azul, a los que habían refinado la figura.

  Ante la ausencia de mujeres y de cualquier tipo de actividad, los trabajadores venidos desde otros lugares tuvieron la intención de marcharse, afortunadamente, de nuevo, como no había ningún medio de transporte en funcionamiento, les fue imposible salir de allí, con el consiguiente disgusto y las consabidas protestas por parte de todos. Los Pestañoles, más acostumbrados a la falta de actividad, no armaron demasiado jaleo, cosa que extraño mucho a los demás, incluidos los espías, que se temían lo peor.

    Los Pestañoles, desempolvaron de sus baúles barajas de cartas y piezas de dominó, olvidadas durante el periodo de actividad y reunidos en pequeños grupos, alrededor de mesas o cualquier artilugio que hiciera las mismas funciones, se pusieron a jugar una partida tras otra, recordando tiempos pasados y sin importarles en absoluto lo que pasaba a su alrededor. Y así fueron pasando los días, hasta que esa mañana todo volvió a funcionar y se pusieron a rematar el trabajo que les quedaba por cumplir, sin dar la menor importancia a lo acaecido anteriormente. Todo en Pestaña seguía igual que antes de la erupción solar.

   A las Ocho de la Casa Rural, todas estas noticias las tranquilizaron mucho. Les hizo ilusión saber que su plan no se había desbaratado por completo y todavía tenían esperanzas de que funcionara, lo único malo, en principio, es que se demoraría un poco, pero nada más. Se despidieron de los espías agradeciéndoles su inestimable colaboración y prometiéndoles que en un par de días volverían a estar en contacto con ellos, si no mediaba ninguna erupción solar o fenómeno de similares características, para constatar de una vez por todas, la llegada masiva de hombres a Pestaña.

   Ahora sí que había llegado el momento, por segunda vez, de volver a apretar el botón rojo.

  Antes, llamaron a todas sus colegas, para que siguieran en directo el acontecimiento y comprobaran la correcta emisión de anuncios e informativos.

jueves, 27 de octubre de 2016

Caperucita nunca será devorada (LXXVII)

  Pistina fue quien les dio la respuesta. Se había producido una tremenda erupción solar, que había afectado entre otras cosas, al tendido eléctrico de todo el mundo. Nada funcionaba, ni cafeteras, trenes y aviones, ni lámparas, ni satélites y por supuesto, mucho menos la televisión. No funcionaba nada que tuviera un cable colgando, con una especie de hilos de bronce de por medio, o cualquier aparato que necesitara de ondas electromagnéticas o pilas, de los diferentes modelos que hay en el mercado, para su cumplir su fin. Ni siquiera el teléfono fijo, el medio más seguro de intercomunicación, había resistido ante la brutalidad de ese fenómeno. 

   Por las mañanas las ciudades estaban paralizadas, sólo se veían grupos de hombres deambulando por las calles amenazando a todo lo que encontraban a su paso, incluidos árboles y farolas. Por la noche, se sumían en la total oscuridad. Había caos y vandalismo, se saqueaban todo tipo de tiendas, excepto las de electricidad y electrónica, ya que esos aparatos en la situación actual, no servían absolutamente para nada.

  Todas estaban muy asustadas. La evolución de la especie había dado marcha atrás, los hombres cada vez se parecían más a los animales, incluso estos, en algunos casos, les habían superado ya en inteligencia y educación. Ellas de momento aguantaban el tipo, pero tampoco sabían cuánto tiempo más podrían resistir.

  Esa misma mañana, se había recuperado el fluido eléctrico y por fin se pudieron tomar una café bien calentito. También se ha recuperado ya el transporte, gracias a que los surtidores de combustible empezaban a funcionar. La televisión también, pero de momento no se podía ver absolutamente nada en ella. Los hombres se habían calmado un poco, pero todavía se les notaba nerviosos e inquietos, cualquier mínimo contratiempo, podría desencadenar el desastre total y final.

   Maldita erupción solar pensaron Cuin y compañía, ya podría haber esperado el sol otros cientos de años para expulsar sus gases. Sería gracioso que un fenómeno de esas características les arruinara su proyecto ideado con tanto cariño y esmero.

   Se pusieron en comunicación con el resto de sus colegas, todas les contaron más o menos lo mismo. Todas habían sufrido circunstancias parecidas, dependiendo del grado de utilización de tecnología eléctrica en sus respectivos países. Así, en algunos, pocos, muy pocos, prácticamente no lo habían notado y en otros, la vida de sus ciudadanos se convirtió en un auténtico infierno, ya que ni siquiera tenían la ocasión de lavarse con agua caliente, que catástrofe, que tragedia, tener que lavarse con agua fría, o en su defecto tener que hacer el esfuerzo de encender un fuego, coger un caldero, llenarlo de agua y calentarla con ayuda de estos dos elementos. Ante esta disyuntiva, la inmensa mayoría dejó de lavarse, con el consiguiente ahorro de agua y el excesivo y desmesurado gasto en ambientadores.

martes, 18 de octubre de 2016

Caperucita nunca será devorada (LXXVI)

    A la mañana siguiente, bien temprano, ya que les quedaba un largo viaje a pie, hasta la estación de tren más cercana que las acercara hacia sus diferentes destinos, se predispusieron a despedirse de Kerkel. A Kerkel le daba un no sé qué quedarse sola que estaba como un flan la pobre, pero tenía que asumirlo, ahora esa era su misión.

   Antes de que se marcharan, Kerkel hizo un último intento de establecer comunicación con alguien del exterior y ante el temor de encontrarse malas noticias, muy malas noticias, decidió llamar al que probablemente menos malas les daría, llamó al Gerente del Hotel Hiz Sol y Playa.

   Para su sorpresa, para su grata sorpresa, el Gerente descolgó el teléfono y se mostró a la vez también sorprendido por la llamada. Les preguntó que qué tal estaban, si iba todo bien, y que a qué se debía tal honor, no sin dejar de mostrar un pequeño disgusto, por lo temprano de la llamada.

   Kerkel, ansiosa, le devolvió los cumplidos y enseguida le preguntó que qué estaba pasando. A lo que el Gerente respondió extrañado, que no estaba pasando nada, ¿qué si tenía que pasar algo? Kerkel le contó que llevaban varios días intentado ponerse en contacto con él pero que nadie cogía el teléfono. –Pues no sé-, respondió el Gerente, -aquí las únicas llamadas que recibimos son las vuestras, y el teléfono no ha sonado, y como las llamadas salientes están restringidas desde que llegaron aquí todos estos, y así lo pedisteis vosotras, pues qué quieres que te diga, por aquí no ha cambiado nada, seguimos igual de apretados que antes y nada más. Esperando vuestras órdenes como siempre.- Concluyó el Gerente.

   A pesar de que el Gerente no le había aclarado nada, le dio las gracias y se despidió de él. Cuando se lo contó al resto, rápidamente se pusieron a intentar localizar a sus colegas de aventura.

   El primer número al que llamaron fue al de Pistina. Un tono, dos, -Suena-, gritaron todas, ahora sólo hacía falta que alguien al otro lado de la línea lo cogiera.

Por motivos de seguridad es imposible una toma más cercana
   -¡Por fin!- Se oyó gritar al otro lado del teléfono, era Pistina quien lo hacía. Chelie, que era muy amiga suya, ya que vivían por la zona, fue la primera que se atrevió a preguntar qué estaba pasando.

 -¿Pero no os habéis enterado?- Dijo Pistina, –Claro, como os vais a enterar allí metidas, y no quiero que suene a reproche. Esto es un caos, es terrorífico, no os podéis imaginar lo que ha pasado-

   -¿Qué ha pasado, se han enterado los hombres de nuestro plan y ya habido las primeras muertas, han secuestrado a muchas de las nuestras, han rodado las primeras cabezas?- Preguntó muy nerviosa Chelie.

   -No, no, de momento todavía no, pero los ánimos están muy caldeados y el caos reina en las calles, no sólo de mi país, sino en el resto también. Acabo de hablar con alguna de nuestras colegas y en todo el mundo están las cosas igual de mal-.

  -Pero Pistina, y los anuncios e informativos programados para promover nuestro plan, ¿No han surgido ningún efecto, no han hecho salir a los hombres pitando para Pestaña, nadie se está moviendo? Por favor cuéntame que está pasando. Inquirió Chelie nerviosa ya cerca del infarto, al igual que sus compañeras de Casa Rural.

   -¿Anuncios? ¿Informativos? ¿Pero de que estás hablando Chelie? Aquí ni hay, ni ha habido anuncios ni informativos, ni nada que se le parezca-.

   Las Ocho de la Casa Rural, no daban crédito a lo que estaban oyendo. Todo su trabajo, todo su esfuerzo, todas sus ilusiones por un mundo nuevo se iban al garete. Pero por qué, se preguntaron, y se lo volvieron a preguntar y se lo podrían preguntar mil veces más, pero no hallarían la respuesta, entre otras cosas, porque de momento nadie se la había dado, pero haberla la había y seguro que alguien, más temprano que tarde, se la daría.

domingo, 16 de octubre de 2016

Caperucita nunca será devorada (LXXV)

   Pasaron un par de días y allí no llamaba nadie. Cuin y compañía estaban empezando a preocuparse, aunque se animaban pensando que debido al trasiego de gente y el revuelvo que se debería estar formando, nadie tendría tiempo para llamar, estarían, tanto los espías como sus colegas, muy pendientes de que todo saliera bien.

   Al cuarto día sin noticias de nadie, ya no pensaban nada, creían que su plan habría sido un auténtico fracaso, temían hasta comunicarse con sus colegas y espías, por miedo a las noticias que recibieran, pero tenían que hacerlo, no les quedaba más remedio.


 Intentaron comunicarse por todos los medios disponibles con sus colegas y nada,  ninguna se ponía al otro lado de la línea. Lo intentaron con sus espías y tampoco, nada de nada, estaban totalmente aisladas del mundo exterior.

  Su preocupación iba realmente en aumento, se pensaban lo peor, que alguien se hubiera enterado de sus planes y la venganza hacia todas las mujeres fuera tremenda, ni querían imaginárselo. Ellas se sentían las responsables directas de todo lo que ocurriera.

   También quisieron comunicarse con el Gerente del Hotel Hiz Sol y Playa, a él le suponían un amigo y teóricamente no se aliaría con los hombres para ponerse en su contra, tal vez, y aunque en Calma Yorka eran donde más aislados estaban ahora mismo, podría saber algo. Inútil, tampoco contestaba nadie. Ahora maldecían haber destruido todas las demás formas de comunicación.

  El grado de desesperación era insoportable, no sabían qué hacer, el desánimo se adueñó de ellas, por fortuna, todavía permanecían unidas y convencidas de que su plan era lo mejor para la humanidad. En lo que ahora sí que tenían serías dudas era en que su proyecto se estuviera desarrollando con total éxito, quizá hubieran fallado y todo se hubiera terminado, con la incertidumbre añadida, de pensar qué es lo que les estaría ocurriendo al resto de mujeres del mundo si los hombres se hubiesen enterado de su malévolo plan contra ellos.

Recordamos nuevamente la ubicación de la Casa Rural
   Pensaron que tal vez ahora sí que sería totalmente necesario que algunas de ellas salieran de la plácida Casa Rural, e ir a ver qué es lo que realmente estaba pasando por el mundo. Cuin fue la primera en ofrecerse a ir, por ser la que metió a todas en este necesario y traumático proyecto, además, debido a su habilidad con el maquillaje y facilidad en el vestir, se disfrazaría de hombre e investigaría qué estaba ocurriendo. Shi, debido a su carácter, sin tener miedo a nada ni a nadie, también dijo que viajaría por diferentes países para averiguar en qué situación se encontraba el mundo en estos momentos. El resto, con un poco menos de decisión que Cuin y Shi, también se ofrecieron para viajar y conocer qué estaba pasando.

  A Kerkel le pidieron que se quedara en la Casa Rural, primero por su estado de mujer embarazada, ya que no le convenían para nada los viajes, además sin un médico cercano que la autorizara, le sería totalmente imposible hacerlo. Segundo, por si se restablecían las comunicaciones, alguien tendría que haber para coger el teléfono, y tercero y último, porque, llegado el caso de que salieran con vida de sus viajes y siguieran sin funcionar las comunicaciones, tendrían que volver allí para encontrarse y relatar lo visto.

  Cada una decidió ir a su respectivo país, menos Shi, que visitaría varios países al mismo tiempo. Shi tenía mucho poder, y podía hacer esto y más, pero de momento sólo iba a hacer esto.

miércoles, 12 de octubre de 2016

Caperucita nunca será devorada (LXXIV)

  Las Ocho pensaron en llamar a sus colegas para decirles que a la presión de un dedo sobre un simple botón, comenzaría la fase promocional del final de su proyecto, pero pensaron, que como ellas ya lo verían en sus respectivos países, mejor dejarlas que se llevaran la gran sorpresa y después seguro que llamarían para decirles que les había parecido la campaña y cuál era la reacción que estaban teniendo los hombres.

  Por deferencia a Cuin, principal impulsora de todo este tinglado, dejaron que fuera ella quién apretara el botón rojo, porque sí, el botón era rojo, y el principio del final y a su vez el final del principio estaría servido.

  Cuin apretó sin ningún titubeo el botón rojo y los anuncios e informativos, perfectamente sincronizados y traducidos a más de quinientos idiomas, comenzaron su andadura por todo el mundo.

  Ellas ya habían terminado su misión, pero todavía no su objetivo, ahora sólo les quedaba esperar a que todo aconteciera según lo previsto, se prepararon un buen vodka con zumo de naranja natural y salieron al jardín de la Casa Rural a esperar tranquilamente la sucesión de acontecimientos, mientras hacían apuestas de quiénes serían los primeros en llamar, si los espías de Shi, que ya no eran de Shi, sino que pertenecían a las Ocho, o sus colegas de plan.

sábado, 8 de octubre de 2016

Caperucita nunca será devorada (LXXIII)

   Otro de los informativos, que intercalaban entre los anuncios, hablaba sobre la dejadez del alma en este tipo de acontecimientos. Los hombres se entregan a ellos sin reparar en el destrozo que puede acarrear en su espíritu y fe, con lo cual pedían encarecidamente, que se pusiera remedio a esta situación, solicitando a todas las religiones del mundo que enviaran a Pestaña a todas sus huestes, para evitar tal descalabro del alma.

  Con este tipo de informativos pretendían atraer a Pestaña a todos los correligionarios del mundo, los de las diferentes cruces, sotanas, capas y capirotes, dando por supuesto que a la hora de salvar almas y enrolar a cualquier despistado en sus filas, ellos serían los primeros en acudir a la llamada de los necesitados para encauzar sus caminos. Ellos vendrían todos, no permitirían que ningún alma se perdiera.

  Para llamar la atención del otro colectivo que les quedaba, los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, los de casco, porra y fusil, el contenido de los informativos era similar, sólo que estos, se suponía que en vez de venir a salvar el espíritu, deberían de salvaguardar la integridad física de las personas, cosa que a veces se olvidan de cumplir, equivocando el sentido de sus mamporrazos.

  Debido a la habilidad de Opera para transmitir información, los informativos deberían ser un rotundo éxito sobre todo en este colectivo. Todos los cuerpos y fuerzas de seguridad de los diferentes Estados, deberían parar sus actividades, incluidas guerras varias, y apresurarse a movilizarse para dirigirse, a la orden pertinente, con todos sus efectivos a Pestaña, para proteger principalmente a sus conciudadanos de la posible agresión de los ciudadanos de otros países.

  Confiaban en que también todos estos vendrían, ya que no permitirían que ninguna pelea empezara sin ellos participar. La ventaja que también tiene este colectivo es que no tienes que preocuparte por su traslado, ellos tienen sus propios medios de transporte y como siempre tienen ese afán de protagonismo tan peculiar suyo, seguramente serían los primeros en llegar a Pestaña.

  Opera lo tenía ya todo preparado, sólo quedaba apretar el botón, que dice On Air, y listo. El proyecto más grande jamás ideado empezaba su fase definitiva. Veamos cómo acaba, bueno, primero veamos cómo empieza y luego ya veremos cómo termina.

martes, 4 de octubre de 2016

Caperucita nunca será devorada (LXXII)

    Quedaba menos de un mes para el día 18 de septiembre de ese mismo año irrecordable, y ya tenían lista la campaña de comunicación para atraer a todos los hombres del mundo a Pestaña. Opera, por sus sabiduría, conocimiento y experiencia en estos temas, había sido la encargada de realizarla. Ahora todas estaban en sus manos.

  La estrategia a seguir sería la siguiente. Empezarían una campaña publicitaria brutal, con cerca de cien mil millones de impactos, una barbaridad. Todo el día se estarían emitiendo anuncios de los eventos programados en Pestaña, de hecho, la programación de tv en el mundo entero, menos en Calma Yorka que permanecería con Los Documentales de la Dos y algún que otro programa para mantenerles sanos y activos a los allí instalados, constaría única y exclusivamente de la emisión de estos anuncios, salvo algún que otro espacio informativo creado para tal ocasión.

   Los anuncios eran espectaculares, los hombres más fuertes, más altos y más rápidos retándose entre sí, también salían el tal Alfonso y Detel, citándose a una carrera hasta la muerte y nunca mejor dicho, en un circuito de más de cinco mil kilómetros al que tenían que dar 120 vueltas.

   Los grandes equipos de fútbol luciendo sus nuevas botas y camisetas, de diseño especial para la ocasión, con las que participarían en el campeonato más grande e importante jamás disputado.
Todos los deportes tenían presencia en los anuncios, algunos más que otros, por razones obvias, en relación a la gran masa de seguidores que arrastran. Pero todos tenían sus segundos de gloria.

   En todos los anuncios aparecía un letrero en el que podía leerse: “Aforo Limitado” “Reserve ya su localidad”. Cuando vieron las otras siete esto se partieron de risa, -¡¡Jaja. Esta Opera cómo es!!- Dijeron.

   También hicieron anuncios de la extensa Parcela del Juego. Juega, Gana y Disfruta, era su slogan, en los que prometían dinero asegurado y la actuación de las más fascinantes mujeres y strippers del universo y además anunciaban un concierto estelar del renacido Flan Sinnata para los más entrados en años y de la banda Que GuayPlay Somos para los jóvenes talentos y emprendedores. Todo mentira claro, pero a todos ellos les daría exactamente lo mismo, vendrían igualmente.

  En los espacios informativos se informaba, como no podía ser de otra manera, de todos los aspectos técnicos de los acontecimientos, además de entrevistas a los participantes, en la que por cierto todos decían exactamente lo mismo. Opera, que era muy lista, hizo solo una entrevista y luego fue intercambiando cara y voz del resto de participantes mediante técnicas audiovisuales al uso, con lo cual se ahorró un montón de dinero en viajes, llamadas de teléfono y cintas de video, hecho que Tistine agradeció enormemente.

   En uno de esos espacios informativos, se se daba cuenta de que debido a los altos costes de producción, los derechos de tv para emitir todos estos formidables acontecimientos, se había disparado de tal manera, que nadie había podido pagar por ellos, por lo que no se podrían televisar, la única forma de verlos sería presenciarlos en vivo (otra vez risas) y en directo en Pestaña.

jueves, 29 de septiembre de 2016

Caperucita nunca será devorada (LXXI)

   Prácticamente ya sólo les quedaba comunicarse con sus colegas de proyecto por última vez, hasta iniciada la última y decisiva fase del confinamiento de todos los hombres de la humanidad, los “elegidos” en Calma Yorka y el resto en Pestaña.

   A sus colegas les pidieron que las mantuvieran plenamente informadas de la  salida de hombres de sus respectivos países hacia Pestaña, también les contaron el procedimiento que habían pensado para el traslado de tan ingente masa humana, para que estuviera todo dispuesto y no fallara nada.

  Cada una en sus respectivos países disponía de medios aéreos y marítimos, fundamentalmente aviones y barcos, suficientes para realizar el traslado, ya que en esos días todos los medios de transporte se utilizarían única y exclusivamente para el movimiento de hombres hacia Pestaña. Los países que pudieran utilizar medios alternativos terrestres también los usarían, pero estos serían los menos y sólo para los países con dicha comunicación con Pestaña.

   Para los aviones el método a seguir era el siguiente, sólo irían pilotados por hombres y tendrían sólo el combustible justo para llegar a Pestaña, si tenían alguna duda de cuánto combustible sería ese, que preguntaran a una aerolínea muy famosa por aquellos tiempos que era experta en esos temas, se llamaba Pyaner, o algo similar, esta compañía les aconsejaría bien de cómo llenar el depósito del avión para que no sobrara ni una gota de combustible.

  Como habían construido una inmensa pista de aterrizaje de más de mil kilómetros de largo, había espacio suficiente para el aterrizaje de todos los aviones. Los aviones, una vez en tierra, se irían aparcando al final de la pista y así irían dejando hueco libre para el resto. Dichos aviones ya no se volverían a utilizar nunca más. No se permitiría ningún tipo de equipaje, así podrían ir más llenos de gente. Este medio de trasporte al ser el más rápido sería el último en utilizarse.

   El primer medio de transporte que emplearían para llevar a los hombres a su destino final, serían los barcos, todo tipo de barcos, en algunos, si se aprovecha bien el espacio, caben cientos de miles de personas. Estos, irán todos capitaneados por mujeres, ya que una vez desembarcada su carga se volverían a sus destinos o a donde quisieran, pero que no dejaran los barcos por allí abandonados porque ensuciarían mucho el mar.

  El desembarco de todos los pasajeros se realizaría en los puntos previstos, en las aperturas previstas que habrían dejado los constructores del gran circuito de carreras. Las tripulantes de los barcos, deberían asegurarse de que una vez desembarcado todo el mundo, esos puntos se cerrasen con su muro correspondiente, de 127 metros de altura, para que de allí no pudiera salir absolutamente nadie.

  Las del otro lado de la línea tomaron buena nota de todo para que nada se les escapara. Y también las desearon muchísima suerte y tino en su misión, no hacía falta decirlas que las apoyaban y que estarían con ellas hasta el final.

    -Ánimos y a por ellos que los tenemos ya en Pestaña-. Se despidieron hasta la próxima conexión que sería ya con su gran proyecto en periodo de ejecución.

  Ya habían hablado con todos los que tenían que hablar, y ahora estaban ellas solas ante el peligro, bueno, lo de solas ante el peligro es un auténtico eufemismo, porque ellas realmente no estaban de momento ante ningún peligro, las que sí que estaban en peligro era el resto de las mujeres si fracasaban. Si los hombres llegasen a sospechar lo que se les estaba preparando, no se sabría cuál sería su reacción, desde luego buena seguro que no era. Ahora bien, si los hombres seguían sin enterarse de nada y acudían todos a la llamada de Pestaña, los que verdaderamente estarían en peligro serían ellos mismos, eso sí, solos no estarían en absoluto.

  Pero bueno, vamos a dejarlas a ellas que se sientan solas ante el peligro y, eso sí, ante el mayor reto de sus vidas al que deberán enfrentarse.

martes, 27 de septiembre de 2016

Caperucita nunca será devorada (LXX)

    Las Ocho estaban muy nerviosas ese día, a pesar de estar acostumbradas todas ellas a tomar grandes e importantes decisiones, ninguna se podía comparar a la que estaban a punto de ejecutar.

  Ese día recibieron la última visita de los espías de Shi, estos les comunicaron que en Pestaña, estaban dando las últimos retoques al gran circuito y a la inmensa pista de aterrizaje y que en breve estarían terminadas, al igual que la extensa parcela del juego. Esta vez los espías se quedaron un poco más de tiempo que en veces anteriores, ya que sería la última vez que se vieran en parecidas circunstancias.

    Los espías no podían tardar mucho tiempo en volver a Pestaña, pues eran los únicos ojos fiables de los que disponían para certificar la llegada de todos los hombres del mundo allí, sin contar los que ya se encontraban recluidos en Calma Yorka. Una vez confirmado que todos estuvieran ya allí confinados, las puertas de Pestaña se cerrarían para siempre y de allí nunca entraría ni saldría nadie más.

    A todas les daba mucha pena despedirse de ellos, porque una vez de vuelta en Pestaña, ya nunca más podrían volver a salir y ya nunca más volverían a saber de ellos. Las ocho y los ocho estaban con lágrimas en los ojos, hasta que a Cuin se le ocurrió una brillante idea.

    Ella recordó que tenía una piedra bien grande en uno de los extremos de Pestaña y desde allí se podía observar perfectamente todo lo que ocurría dentro del país. Los espías podrían vigilar desde lo más alto de la piedra y una vez cumplida su misión, mandarían un helicóptero para rescatarlos y llevarlos hasta Calma Yorka, de donde evidentemente tampoco podrían salir, pero en donde estarían infinitamente más cómodos, y de vez en cuando tendrían ocasión de volver a reunirse con ellas en las islas próximas habilitadas para tal uso.

    Las lágrimas se convirtieron en sonrisas, todos se fundieron en un abrazo y se despidieron deseándose suerte mutua hasta la próxima vez que se vieran, si es que había una próxima vez.

    Los espías, a pesar de ser hombres, estaban totalmente de acuerdo con el método que ellas iban a utilizar para revertir la situación actual. Ellos también eran conscientes de que las cosas no podían seguir como hasta ahora, y aunque ellos serían los segundos más perjudicados, los primeros y principales perjudicados eran evidentemente los que se quedarían en Pestaña, las apoyarían hasta el final.

    También se puso en contacto con ellas el Gerente del Hotel Hiz Sol y Playa, las comunicó que ya habían llegado a Calma Yorka doscientos cincuenta millones de hombres, preguntó si faltaban más, porque realmente ya estaban muy apretados por allí. Le dijeron que no, que ya habían llegado todos los que tenían que llegar. Al despedirse de él le dieron las gracias por todo lo que había hecho por ellas, pues sin su colaboración hubiera sido imposible alojar a toda ese gente allí, también le dijeron que de momento ya no necesitarían más sus servicios, hasta que pasado un cierto tiempo, y si todo salía como esperaban, hicieran uso de las islas que habían quedado vacías, y que por favor, hiciera extensivos también los agradecimientos al expropietario y a Eldelfiel.

    El Gerente, a su vez, también se mostró agradecido por la confianza puesta en él, deseándolas toda la suerte del mundo en cualquiera que fuere el proyecto en el que estaban inmersas, también las mandó saludos y todo el apoyo por parte del expropietario y de Eldelfiel.

jueves, 22 de septiembre de 2016

Caperucita nunca será devorada (LXIX)

Playa del Hotel Hiz Sol y Playa antes del realojo
  Les quedaba todavía por hablar con el Gerente del Hotel Hiz Sol y Playa, para ver qué tal se iban desarrollando los acontecimientos en Calma Yorka. El Gerente les comunicó que ya habían llegado bastantes visitantes. Al principio todos se mostraron encantados, pues pensaron que habían llegado al paraíso, pero conforme fueron llegando más y más hombres y la cosa se fue apretando un poco, ya no se mostraban tan entusiasmados, aún así, todo se desarrollaba con normalidad y todos se iban adaptando a su nueva situación.

  Preguntaron al Gerente que cuántos hombres calculaba que habían llegado ya, este respondió que calculaba que unos ciento veinte millones, preguntándolas al mismo tiempo, si quedaban muchos más por venir, porque ya casi no cabían. Le respondieron que todavía quedaban unos pocos, pero que no se quejara mucho porque podrían estar bastante peor de lo que iban a estar allí, que se apretaran un poquito más, que no pasaba nada, que allí cada hombre dispondría como mínimo de un espacio aproximado de casi 30 metros cuadros y en Pestaña dispondrían de bastantes menos. Se despidieron hasta la próxima comunicación, que sería cuando ya estuvieran todos los elegidos allí concentrados.

  Sin perder ni un minuto de su tiempo se dispusieron a revisar todos los sobres reenviados de las participantes del sorteo. Su asombro fue mayúsculo, pues a todas las que les enviaron el cuestionario lo habían respondido, eso sí algunas habían puesto lugares tan extraños de los que las allí presentes no tenían ni la más mínima idea de donde se encontraban, pero era igual a todas las mandarían a sus destinos preferidos o parecidos.

  Les volvieron a escribir otra vez por correo certificado, indicándoles, que habían ganado el sorteo y que se personaran en los aeropuertos y puertos más cercanos a una hora señalada y ya pasaría alguien a recogerlas para llevarlas a los destinos señalados.

  Toda esta operación de gran envergadura, se desarrolló con tal rapidez y diligencia, que a los pocos días ya estaban las trece millones y medio de pestañolas que quedaban en Pestaña en sus destinos elegidos, sin contar claro está a Ladelpedal y sus correligionarias, que como buenas patriotas decidieron quedarse en Pestaña.

  Otra operación que habían realizado con total éxito y sin ninguna baja. Ahora sólo les quedaba mover la última ficha y esperar tener los resultados previstos. De ese último movimiento, dependía el futuro de la humanidad tal y como la conocemos hoy en día.

lunes, 19 de septiembre de 2016

Caperucita nunca será devorada (LXVIII)

  Cuin y compañía se sintieron un poco ingenuas por su candidez manifiesta, que sin duda era debido al tanto tiempo allí metidas, con la única visita de vez en cuando de los espías de Shi, y la falta de visión de lo que realmente estaba pasando fuera de ese mundo idílico en el que estaban ellas ahora. Ahí fuera no estaban las cosas tan tranquilas como en la Casa Rural y para ellas era muy difícil percibirlo por mucha información que tuvieran.

  Cuin, Kerkel, Shi, Tistine, Opera, Pilari, Chelie y Dandi tuvieron un momento de duda, no sabían si seguir con su proyecto e intentar terminarlo lo más rápidamente posible, o hacer un paréntesis e ir a ver ellas mismas qué era lo que realmente estaba pasando por el mundo.

  Las del otro lado del videoteléfono las animaron a seguir, ahora no era el mejor momento para darse una vuelta por ahí, ellas harían lo posible por contar lo que estaba pasando ajustándose lo más posible a la realidad. Ahora era el momento de actuar y ejecutar su plan con total determinación. Si dejaban pasar más tiempo la situación se les podía ir de las manos, la violencia que se generaría sería de tal magnitud que sería muy difícil imaginársela y la única forma de parar este nuevo escenario sería volver a la situación anterior, cosa que ninguna de ellas quería porque ya la habían vivido con anterioridad. Con lo cual, la mejor y única solución era poner en marcha lo antes posible su proyecto y encerrarles a todos ya de una maldita vez en Pestaña.

  Después de esta reflexión, a las Ocho de la Casa Rural se les disipó cualquier atisbo de duda y con energías renovadas, se aprestaron a continuar con su plan, pues se acercaba el momento cumbre para darle el último y definitivo empujón.

jueves, 15 de septiembre de 2016

Caperucita nunca será devorada (LXVII)

  Tocaba ahora Videoconferencia con sus colegas del resto de países, según la agenda del día. -Fabuloso, fantástico, está saliendo todo a la perfección-, comentaron estas.

     -Todos los hombres que hemos seleccionado para enviar a Calma Yorka, se han mostrado encantados con la idea de las vacaciones pagadas a perpetuidad, de hecho ya deben de estar llegando los primeros por allí, porque la evacuación va a un ritmo formidable-.

  Las Ocho no daban crédito a tanta buena noticia, ¿estaría pasando algo raro? Se preguntaban. Y volvieron a preguntar a sus colegas que confirmaran lo que acababan de decir. Lo cual ratificaron cada una de ellas, apuntando que en pocos días habrían sacado ya a todos los elegidos de sus respectivos países y estos además con una ilusión tremenda por marcharse.

  ¿Qué estaría pasando? De repente se veían todos felices y contentos, como si un halo de alegría les envolviera. Las Ocho allí reunidas no entendían el porqué, este no era el mundo que ellas habían conocido y por lo que estaban reunidas ahora en la Casa Rural, para tomar medidas tan drásticas al respecto y arreglar lo que para ellas estaba hecho un auténtico desastre. ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Habrían modificado los hombres su comportamiento? ¿Quizá ya no fuera necesario su plan? ¿Tal vez se hubiera solucionado todo con un par de mínimas medidas? ¿O era el sexto sentido que tenemos todos, que cuando intuimos una catástrofe rectificamos e intentamos evitarla?

  Todas, al otro lado de la Casa Rural, cuando escucharon esas reflexiones se pusieron a reír a carcajadas, dijeron a las Ocho allí reunidas, que tenían que salir un poco más, que tanto tiempo allí reunidas les estaba afectando seriamente, estaban empezando a dejar de percibir la auténtica realidad de las cosas. Que siguieran a lo que estaban, para terminar pronto la ejecución del proyecto y que se dejaran de chorradas. Que se olvidaran de halos de alegría, sextos sentidos y tonterías por el estilo. 

  Que todo era debido a que los hombres estaban llegando a un grado tan grande de desesperación, aburrimiento, desgana y cientos de adjetivos más y ninguno bueno por cierto, que cualquier cosa que les propusieras mínimamente diferente y por muy absurda que fuera, la harían con total sumisión y entusiasmo. Que ahora sería el momento preciso para enviarles a todos a Pestaña, porque irían sin pensarlo dos veces, aunque también les alertaron de que estaban empezando a aparecer algunos síntomas de violencia, que de momento no eran muy significativos, pero que habría que vigilar.