Cuando parecía que ya
por fin Cuin, Kerkel y Huy Shi podían definitivamente dedicarse a descansar un
poco, reclinadas en sus respectivos sillones, algo les rondaba la cabeza,
sabían que les faltaba algo y en ese momento de duda las tres fijaron su vista
en un aparato, generalmente de color negro, pantalla plana y sonido 5.1,
entonces saltaron como un resorte y se dieron cuenta de la pieza fundamental
que les faltaba para completar su plan. Eso era, el poder inmenso de la
televisión, el más devastador, a un clip todos sucumben a él, nuestra mente y
nuestra voluntad al servicio de la comunicación.
Ellas tenían que poner
dicho poder de su lado, tenían que hacerlo si querían que todo saliera
perfecto. No lo pensaron dos veces, agarraron el teléfono y llamaron a la más
importante comunicadora conocida de la historia, llamaron a la que sería su más
fiel e importante aliada.
Opera Sinfe, ella, que
cuando se sentaba delante de una cámara y se oía la frase, –En el aire-, las
personas dejaban de ser personas para convertirse única y exclusivamente en
ojos y oídos. Ella era la dueña de todos los hogares del mundo, Cuin, Kerkel y
Huy Shi, eran dueñas del resto. No podían permitirse el lujo de no contar con un
poder tan inmenso.
Llamaron a Opera y le pusieron
al corriente de su proyecto. ¿Qué podría opinar Opera Sinfe del futuro que le
esperaba a la humanidad caminando por los derroteros actuales? Su nombre lo decía
todo.
Opera estaba totalmente de acuerdo con los planes que
le contaron, se mostró totalmente dispuesta a colaborar y a participar activamente
en el proyecto. Opera Sinfe, cogió todas sus cámaras de televisión y las de
todos sus compañeros, y cerró su programa y los programas del resto de sus
compañeros también hasta pasado el día 16 de junio, con todos los problemas e
inconvenientes que eso causó en los hogares de toda la población mundial.
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