Mi aspecto era lamentable cuando llamé a la puerta de
casa, me abrió un tipo al que no conocía de nada, me miró despectivamente y
dijo que Moira no quería saber nada de mí, que mis cosas estaban en un trastero
alquilado y que ya me vería en el juzgado, después de eso, cerró la puerta en
mis narices. Parado frente a ella, sin pestañear siquiera, tarde cinco largos minutos en reaccionar a lo que estaba pasando, después empecé a
golpear la puerta con fuerza, gritando que esa era mi casa y que qué cojones me estaba
diciendo el personaje ese que me acababa de abrir, a los diez minutos llegó la
policía y me llevó a comisaría.
En la comisaría de policía me informaron de que tenía una
denuncia por abandono de hogar y una citación en el juzgado dentro de catorce
días, donde se dilucidaría todo.
En el juzgado, el principal testigo de Moira fue mi
sombra, que declaró, que efectivamente me había tirado quince días por ahí de
juerga, sin querer saber absolutamente nada de nadie, bebiendo sin parar y
recorriendo los lugares más nefastos y lúgubres de cualquier pueblo o ciudad de buena parte de Francia y que una vez el cuerpo y la mente dijeron basta, no tuve más
remedio que volver.
Después de las declaraciones de Moira, mía y de mi sombra, el juez dictó sentencia, yo me quedé sin Moira, sin casa y con una sombra que es mía, pero que no quiero que lo sea.
Fin
Nota: Toda esta historia es pura fantasia, si alguien se viera reflejado en ella sería una casualidad y una putada.
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