Una orden cursada por la Policía para registrar tanto el
piso de la vecina como la portería y vivienda del portero, fue denegada por el
juez debido a la inexistencia de pruebas fehacientes que inculparan a
cualquiera de los dos, por lo que la Policía tuvo que optar por otros métodos
para resolver el caso. Infiltró como amante a un agente secreto y al mismo
tiempo, realizó una vigilancia exhaustiva de la actividad del portero.
El amante infiltrado, en un acto reflejo y sorprendente,
fue quién realmente dio la pista para resolver el misterio, aunque
lamentablemente, corrió la misma suerte que los cien desaparecidos anteriores. El
agente contacto con la vecina del primero en un supermercado cercano, iniciando
una conversación propia de estos días, mencionando, como por casualidad, que
estaba apuntado a varias webs de contactos, nada más oír estas palabras, la
vecina del primero le abrió su corazón y su casa, pero uno de los días que se
le vio entrar en la vivienda ya no se volvió a saber nada más de él.
La
vigilancia del portero dio como dato más relevante, la dedicación y entrega que
daba al jardín en un horario no muy habitual para el trabajo de portero, siempre
trabajaba en él pasada la
medianoche y tenía especial cuidado en rociar todo el entorno del mismo con
veneno del más letal, para que ni perros ni gatos, ni palomas ni gorriones,
merodeasen por allí. Siempre que acudía a hacer las labores de jardinería, iba
acompañado, además de los utensilios propios para realizar dicha labor, de un
gran contenedor de basura.
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